UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA

UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA
mirando a la vida

viernes, 9 de enero de 2015

LA NIEBLA

El ambiente es frío, triste. La niebla lo cubre todo con su aspecto fantasmagórico y tétrico. El suelo mojado y el silencio de una calle cualquiera, de una ciudad cualquiera, de un país cualquiera. Me siento extraña en todas las partes aunque tal vez no me sienta de ningún sitio y entonces camine sin más por esta calle como podría estar caminado por otra calle cualquiera. Sin destino, sin tiempo, sin más intención que la de encontrar en algún sitio un atisbo de calor humano.
Aunque el día ya hace unas horas que ha comenzado, la noche todavía es dueña del momento. Paseo sin prisas y voy asomándome a las ventanas que tienen las cortinas descorridas. No os extrañéis, no soy humana. ¿ Creéis en los ángeles?, ¿no?, peor para vosotros.
Me paro delante de una ventana donde una pequeña luz ilumina suavemente la estancia. Una madre joven, tiene a su bebé en brazos, lo acuna y lo besa con ternura. Se ve en sus ojos una mezcla de tristeza, amor y soledad. No me preocupa, sé que en el fondo, ese niño pequeño será su apoyo más adelante y ella es fuerte, como toda madre.
Más adelante, me llama la atención un balcón primorosamente cuidado, lleno de plantas protegidas del frío, las cortinas semicorridas me dejan ver a otra mujer, en una gran cama, sola, acurrucada en un lado del colchón, como si la otra parte no le perteneciera y estuviera esperando a ser ocupada por su dueño. La habitación se nota caldeada, pero en su corazón noto el frío de la soledad.
Sigo con mi paseo, poco a poco quiere comenzar una claridad que, no obstante, se verá empequeñecida con la pertinaz niebla. Hoy tampoco el sol asomará a esta calle. No me gusta la niebla.
Una habitación con muebles envejecidos por el tiempo y por el uso se muestra ante mi. Sus habitantes todavía duermen. Una pareja de ancianos duermen, cada uno en un lado de la cama, sin rozarse. Ya pasó hace mucho tiempo el momento de la pasión, incluso el del deseo de tiempo en tiempo. Se soportan tan solo porque la soledad es mucho más insoportable y se cuidan el uno al otro. Cada día se aguantan menos sus manías, que curiosamente, cada día son más, pero han buscado la forma de vivir cada uno sus recuerdos, sus momentos, su hoy, porque el mañana ya no lo tienen tan claro. Siento que uno se irá muy pronto.
Este ventanal largo y estrecho me llama la atención. La luz encendida me deja ver el interior sin esforzarme mucho. Parece un despacho, una biblioteca, tal vez, la habitación de trabajo de un escritor. Un hombre está sentado y teclea de forma suave y rápida las letras que forman las palabras reflejadas en un monitor. De vez en cuando levanta la vista y se queda mirando una foto que descansa en un estante lleno de libros. En su mirada veo tristeza y un trasfondo de añoranza. La foto, en blanco y negro, muestra una mujer con un niño en brazos. Vuelve su mirada nuevamente al teclado y sigue escribiendo. Lo dejo con sus recuerdos y con su nostalgia.
El tiempo se pasa rápido y ya el día ha comenzado,hoy tampoco voy a encontrar lo que estoy buscando. Tal vez sea la niebla lo que me impide ver aquello que con tanto anhelo busco, en este desapacible día, frío y triste. No me resisto a irme todavía. Aprovechando que el sol no hará acto de presencia apuro un poco más mi viaje curioso y me asomo a una última ventana. La calle ya termina, muriendo en una gran avenida que empieza a tornarse ruidosa. Llena de gente que corre. Enfundad en abrigos y bufandas para protegerse de un frío, que muchos no saben que parte de su propio interior. La inmensa mayoría no miran por donde caminan. Son autómatas, haciendo cada día lo mismo, dando los mismos pasos, por la misma calle. Pero volvamos a esa ventana que no me llama mucho la atención y sin embargo, no sé muy bien por qué, me asomo a ella. Es una habitación no muy grande, los muebles funcionales y no muchos. Las ropas tiradas por el suelo, desorden. En la cama una pareja duerme abrazada. Ella se remueve y saca un brazo del calor protector de un edredón. Se estira y besa cariñosamente a su pareja que remolonea un poco y la atrae hacia si mismo. Se nota en ellos esa relajación que da la pasión consumada. Se vuelven a besar y se levantan cada uno por un lado de la cama. La vida comienza. Se sienten felices. Están juntos y se quieren. Todo es maravilloso. Siento algo raro, sé que esto que veo, que lo que están viviendo es ficticio. Espero que sepan disfrutarlo porque le quedan a ese sentimiento que comparten los días contados. Siento pena por ellos. uno de los dos va a sufrir mucho. También sé que ese sufrimiento tendrá el tiempo contado.
Dejo mi paseo. Hoy tampoco he encontrado lo que buscaba.
La niebla sigue dando ese aspecto triste a la ciudad. Miro a la lejanía y veo a una pareja madura, besándose. Sonrío. Es posible que la niebla levante y que el sol pueda dar calor a esta calle cualquiera, de una ciudad cualquiera, de un país cualquiera. Es posible que mi viaje solo haya sido un efecto de la niebla y que yo ni siquiera sea un ángel.