UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA

UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA
mirando a la vida

domingo, 29 de junio de 2014

ESA MÚSICA Y TÚ

No sé por qué me empeño en poner cada cierto tiempo este disco. Es como si quisiera volver a sentir la magia, la ilusión que sentí esa noche mientras sonaba ésta música y tu voz. Tu voz, grave, profunda, hablando me en susurros cuando querías hacerme estremecer.
La noche estrellada, el silencio solo roto por el cri-cri de los grillos y la suave brisa que entraba por la ventana refrescando el ambiente.
Tus palabras, tu ternura, tu pasión a veces, tu manera de hacerme reír aún a costa de mi misma. Todo quedó grabado en mis recuerdos al son del disco intimista que puse de fondo mientras hablábamos.
En ésta otra noche estrellada, pero con diferente escenario, la música me hace revivir ese momento, preludio de instantes inolvidables, vividos con toda la fuerza que dan los deseos cumplidos.
Hace unos años que ya no estás a mi lado y todavía cuando oigo éstas notas y cierro los ojos puedo sentir no ya tu voz envolviéndome, también el aroma de madera y anís mezclado en el olor del tabaco. Tu aroma. Nunca me gustó el olor del tabaco, pero en ti era diferente, complementaba a los otros aromas.
Como te extraño, como me duele el corazón, todavía es capaz de desordenar sus latidos cuando pienso en ti
Se ha terminado el disco. No me había percatado. Los recuerdos se diluyen, el corazón retoma su ritmo. Te pierdo de nuevo. Abro los ojos y todo parece irreal. Siento fresco, cierro la ventana y apago el aparato de música. Qué manera más tonta de sufrir recordando los momentos de dicha que vivimos juntos y que no sé muy bien por qué, perdí tan pronto.
Recojo el disco y lo coloco debajo de todos los discos. En el fondo, da lo mismo. Sé que no tardaré en volverlo a escuchar. Necesito revivirte para seguir viviendo.

sábado, 28 de junio de 2014

SOLO POR HOY

Por hoy no quiero más noticias negativas.
Solo por hoy no quiero saber quién atenta contra la sociedad, quién maneja hilos a su antojo aunque con ello ahogue a los demás. 
Solo por hoy,y en mi minúsculo mundo, las guerras y la violencia no existiran. 
Solo por hoy el sol luce fuerte, alto con fuerza, solo por hoy la música más repetida es el canto de los pájaros. 
Solo por hoy el corazón es liviano y se abre sin miedo. 
Solo por hoy, sentiré el calor de tus caricias y el sabor de tus besos
Solo por hoy, reiré por tonterías y por las mismas podré llorar
Solo por hoy, la vida sonreirá a todos y yo seré su hacedora
Solo por hoy me permito sin reticencias ni estridencias, ser feliz. 
Solo por hoy.

SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO

-Me apetece abrazarte
- Haz lo.- dices tú
Y yo me quedo con la sensación frustrante que da la distancia, impidiendo dar forma real a nuestros deseos.
- El hilo rojo sigue ahí, solo hace falta seguirlo. Ya lo sabes.
- A veces creo que se enreda en vericuetos extraños y empieza a dar vueltas. Es un hilo muy largo.
Sí, es largo, pero nos tiene unidos. Con un mar por en medio, pero unidos. Con una vida de distancia, pero unidos.

En los silencios te escucho. Tú duermes y sueñas. Yo vigilo, como un faro en el cabo asesino de la costa. Tenso el hilo para que notes que al otro extremo sigo estando. Cuido de ti y dejo que te alejes y que te acerques, como las olas a la orilla de la playa.
No sé quién eres y sin embargo presiento que te conozco de toda una vida, de otras vidas, de otros momentos, de otros mundos.
Tengo en mi memoria el tacto suave de tu piel que no he podido tocar. En mis labios la impronta de los tuyos y un deseo insatisfecho que quema en dulce condena.
¿Qué tiempos hemos vivido?. ¿Qué dejamos pendiente en esos otros momentos que nos obliga, sin saberlo, a volver una y otra vez?.
- Quiero besarte
- Haz lo .- Me dices
Y yo cierro los ojos, sin notar la distancia que nos separa, y me fundo en ti mientras en la lejanía se oyen los ecos de la música que el Universo nos brinda solamente para nosotros. Estamos juntos. Siempre lo estuvimos, pese a todo lo que nos separa.

¿ Somos realidad o solo un sueño? No lo sé. Quiza todo pueda ser un sueño de una noche de verano.

jueves, 26 de junio de 2014

UN MOMENTO DECISIVO.

Lo sabías. Lo sabías y no querías engañarme. Cogiste la puerta y la cerraste tras de ti sin decir nada. No sospeché que sería la última vez que te viera con vida. Tú que habías encontrado nuevamente la vida.
Cuando sonó el teléfono estaba en la ducha. No lo cogí. Pensé, como hago casi siempre, que serían los comerciales de a saber que empresa intentado convencerme de algo que no me interesaba en absoluto, y seguí con mi ritual para alejar ese malestar que me había dejado en el alma nuestra última discusión. Cada vez eran más frecuentes. Cada vez eran más lacerantes, más dañinas, más destructivas.
Volvió a sonar nuevamente el teléfono. Esta vez sí lo atendí, desganada, como por obligación. La voz me salió sin fuerza, neutra. Quería demostrar a quién estaba al otro lado del hilo telefónico que lo que me iba a decir no me interesaba para nada. Cuando anunció de donde era la llamada y quién me llamaba mi cara pasó al blanco níveo en décimas de segundos y un nudo nefasto se instaló en la boca del estómago. Me costaba respirar según me iban hablando. Mi mente intentó registrar todos los datos.
- Sí, soy yo. ¿Donde ha sido?, ¿Y ahora?. Sí, claro. Tomo nota. ¿Está vivo?. Ya, claro, no lo sabe. Gracias. Gracias,por todo.
Oí el sonido de la llamada cortada. El sonido intermitente se colaba hasta mi cerebro, pero no era consciente. Me quedé con el teléfono pegado a la oreja. El bolígrafo que había empleado para anotar la dirección del hospital cayó de mis manos al dejar de hacer presión en él. Un mundo de imágenes pasaron por mi mente. Imágenes y palabras en un desconcierto total. Quería llorar, pero el sock había secado el canal de las lágrimas.
El sonido de las llaves en la cerradura de la puerta me devolvió al presente. Volví la cara hacia la puerta y entonces un mar de diminutas lágrimas empezó a surgir de mis ojos. Me levanté y lo abrace con fuerza. Otra experiencia más. Otro momento de la vida. Todo empezaba a ponerse en movimiento. Mi cabeza también.
Con la tranquilidad que pude, le puse en antecedentes. Transmití aquello que me habían transmitido a mí.
- Un golpe seco, se le cruzó un coche. Sí, mal herido. No han querido decirme más. Posiblemente esté muerto. Habrá que ir al hospital. Tengo sueño. No te preocupes, todo saldrá bien. La vida seguirá.

jueves, 12 de junio de 2014

ELVINA Y LA TORMENTA

El sol calentaba desde primeras horas de la mañana. El verano tardío había llegado trás unos días de fuertes tormentas. Las montañas estaban impregnadas de una nubes bajas, de vapor, que habían quedado colgadas en las ramas altas de los abetos. Según pasaran las horas desaparecerían.
Elvina, se levantó de la cama con indolencia, había pasado mala noche, últimamente casi todas las noches eran malas, los pensamientos se hacían dueños de su mente en el silencio nocturno. Como todos los días, se asomo a la ventana y miro el paisaje. Hacía tres años que había decidido irse a vivir al pueblo. Decía que no era una huida, pero en el fondo sabía perfectamente que sí lo era y que no iba a servir para nada, huir de uno mismo es muy difícil.
Como cada mañana, desayunó con calma, adecentó un poco la casa y se arregló para bajar abrir la pequeña tienda en la que vendía artículos artesanales confeccionados por ella misma, la abría todos los días de la semana, todas las semanas del mes, todos los meses del año. Bueno todos, no. Se guardaba para sí misma un mes, siempre el mismo mes. Un mes en el que, como los osos, invernaba y casi desaparecía de la vida social de esa pequeña comunidad. El mes en el que ponía su vida en orden.
La puerta de la pequeña tienda chirrió al empujarla para abrirla. El olor de la madera, mezclado con el de las varitas de incienso que le gustaba encender y el de los artículos expuestos la recibió con la cotidianidad de todos los días. Quitó las sobre ventanas de madera y el sol inundó el local con la calidez de los rayos veraniegos. No tardarían en entrar los primeros clientes. Encendió el aparato de música y los sonidos de las flautas llenaron el espacio. A su madurez había cambiado el mundo sofisticado de la ciudad por ese otro más natural y más acorde consigo misma.
En un lateral del local estaba la entrada a su pequeño taller, una cortina confeccionada con restos de telas de vivos colores y dibujos protegían la intimidad del habitáculo creador. Elvina, abrió el pequeño ventanuco para que el aire exterior limpiara el ambiente y se dispuso a terminar lo que el día anterior había dejado sin acabar. En esos momentos, su mente, siempre dispuesta a ir por libre, le permitía  centrarse en los pequeños objetos que ahora estaba confeccionando y que vendería como objetos de regalo, caprichos que los que entraban a su tienda adquirían bien para ellos mismos o para aquellos con los que querían tener un detalle.
A media mañana, las campanillas dispuestas en la puerta la alertaron de que alguien había entrado, con disimulo miró hacia la tienda a través de la cortina, era mejor dejar que miraran tranquilamente los objetos expuestos. No vio a nadie y se extrañó, quizá se arrepintieron y salieron antes de mirar. Salió a la tienda y miro a su alrededor, nada parecía diferente y sin embargo sintió una sensación rara, como si alguien la estuviera mirando, no era peligro lo que percibía, más bien todo lo contrario, pero eso no impidió que un escalofrío recorriera su espalda. Sera  mejor olvidar el incidente- pensó. Volvió a mirar la tienda y cuando iba a entrar al pequeño taller, una imagen familiar, reflejada en un espejo envejecido, colgado en la pared la dejó paralizada. Los recuerdos se agolparon en su mente y retrocedió siete años. Años de incertidumbre, de dudas, de preguntas sin respuestas, de sueños rotos, de ilusiones dejadas junto a un grupo de cartas amarillentas y fotos de rosas rojas. Miró instintivamente la pulsera de cristal de roca y azabache que colgaba de su muñeca y la acarició levemente. Se volvió y sus miradas se encontraron, silenciosas como ellos, el tiempo detenido en un mágico segundo. Sólo el latir de los corazones, acelerados por la sorpresa y los recuerdos parecían marcar el instante. Una voz infantil rompió el momento.
- Papa, te estamos esperando. ¿ Vas a comprar algo?
Definir la escena es difícil si no se ha amado hasta el delirio y se ha llorado hasta la extenuación. La magia se rompió, él miro al niño que lo tomaba de la mano y sin decir nada salió de la tienda. No era necesario comprar nada, sabía perfectamente que era el dueño de lo más preciado de todo lo que en el local había. El corazón de Elvina volvió a sangrar por una antigua cicatriz que creía ya cicatrizada.
El sol, había desaparecido tapado por un grupo de algodonosas nubes. En la lejanía se podían ver unos relámpagos que no tardarían en llegar con la nueva tormenta. Otra vez la tormenta. Otra vez las lágrimas mezcladas con el dolor de lo perdido. Otra vez seguir viviendo. Y, ¿ahora, qué?.
Elvina, bajo la mirada y dejo que las lágrimas asomaran a sus ojos. Entró en el pequeño taller y siguió con lo que había dejado empezado cuando sonaron las campanillas. El día ya no era el mismo de hace unos minutos. Un trueno rompió el silencio y un nuevo relámpago iluminó el espacio. Elvina dejó que la tormenta se apoderada de ella y de sus recuerdos.