UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA

UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA
mirando a la vida

viernes, 13 de octubre de 2017

UNA DECISION

La música envolvía la habitación, se acercó a la puerta y lentamente se volvió para mirar lo que dejaba atrás. La cama revuelta, las cortinas corridas y esa música que le recordaba una y otra vez que aquello no tenía ningún porvenir. Se lo había jugado todo por una ilusión y sentía que lo había perdido todo. O tal vez ya lo había perdido todo con anterioridad y por eso había apostado fuerte al caballo perdedor.
Al ver el desorden de la habitación, repaso mentalmente no dejar ningún cosa que pudiera delatar que había estado ahí, aunque en su interior le importaba más bien poco. A estas alturas de su vida ya nada le preocupaban los demás. Su vida era suya y la tenía que vivir lo mejor que pudiera o supiera. Realmente no estaba segura de que supiera cómo vivir de manera que algo le llenara de verdad. Hacía tanto tiempo que se sentía vacía que ahora llenar tanto vacío iba a ser muy difícil.
Bajo lentamente las escaleras, no quiso coger el ascensor, necesitaba moverse, caminar, sentirse viva , libre y sobre todo...sola.
El viento le taladró la piel e instintivamente se arrebujó en el chaquetón de piel sintética y se cubrió la cara con la bufanda de lana. Se encaminó hacia el parking donde había dejado aparcado el coche y tras pasar por el cajero para sacar el tiket de salida procedió a salir lo antes posible de ahí y encaminarse a la tibieza de su casa. No encontraría calma hasta que no estuviera entre las cuatro paredes de su mundo más íntimo. Ahí pensaría lo que podría devenir en el futuro.

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El watsapp no dejaba de sonar. Por el sonido que su teléfono móvil emitía sabía perfectamente de quién era el mensaje que entraba. Ninguno le interesaba, ni si quiera esos que tan insistentes entraban. Desde las las ocho de la mañana, uno tras otro, cada 10, 15 minutos sonaban con insistencia pero la había renunciado a todo, a la pasión, al amor, a la ilusión,....sabía que tenía que decidir si estaba dentro o fuera y  estaba claro que había decidido aquello que aportaba mas calma a su espíritu.
Desconectó el teléfono y se metió entre el frío de las sábanas que la recibieron con la suavidad de las alas de los ángeles. Apagó la luz y cerro los ojos esperando que el sueño viniera a terminar aquella sensación a la que no sabía que nombre ponerle. El sueño no quiso ser benévolo y los minutos empezaron a pasar sin clemencia, los recuerdos volvieron a su mente y las lágrimas se escaparon de sus ojos sin que hiciera nada por detenerlas. Qué iba a ser de ella mañana, cuando el sol entrara a raudales por la ventana y el nuevo día le trajera la realidad pura y dura. Cómo iba a decir que no se conformaba con una habitación impersonal de cualquier hotel, una tarde al mes y después teléfono, imagen, pero pocas sensaciones de verdad. No, mejor la determinación del adiós y sin embargo la zozobra la envolvía y la fortaleza de la decisión tomada iba abandonándola.
Encendió la luz, tomo el teléfono y marco el número. La llamada fue silenciada al otro lado. Estaba segura que un nuevo mensaje iba a entrar, pero no lo leería. Todo había terminado. Lloró hasta que el agotamiento la dejó sumida en una duermevela y poco a poco la noche dejó paso a un tibio sol de comienzo de invierno que inundó la habitación. Para entonces tenía claro que la vida tenía otro nuevo camino que empezar en ese mismo instante. Un camino que empezaría sola y que posiblemente terminaría sola, pero era esa la decisión que había tomado.
Puso el teléfono móvil en funcionamiento y abriendo los mensajes borró todos los de él sin leerlos si quiera y después lo bloqueó. Ya no había marcha atrás. Encendió la televisión para oír las noticias y se preparó el desayuno como hacía cada día. Aunque hoy, era un día distinto.

martes, 18 de julio de 2017

AROMAS (I)

De camino a mis obligaciones diarias, un día más, con miles de cosas por hacer en mi cabeza y el reloj corriendo en mi contra, noto un olor que me es familiar, me atrae y mi mente vuela de esos miles quehaceres a uno muy concreto. Enseguida, una voz interior me vuelve a decir: - Tengo que volver a pintar. Y en mi cabeza aparece la imagen de una tela blanca, estirada en su bastidor; el peso liviano de los pinceles, la paleta llena de colores y ese aroma que me atrae cómo el néctar de las flores a las abejas, el aroma de los disolventes.
En mi cabeza, van apareciendo todo ese mundo de colores y pincelas que dan forma a las ideas aprisionadas en una mente llena de rejas del debo, es lo correcto, lo normal es ésto.....que escapan por la puerta secreta de mis manos y a través de esos pinceles que sin percatarse llenan mi mundo gris y anodino de los colores más sugerentes, de las formas que mi universo particular consigue transmitir.
Creo que mi voz interior me dice lo necesario que es para mi vaciar todo el torbellino de emociones que me envuelve y que me tiene prisionera. Utilizar ese tiempo tan valioso para poner en orden y en paz mi mente, mi corazón, mi ser.
Llego a mi destino y todavía tengo en mis terminaciones olfativas el olor característico de los disolventes para óleos y ese deseo de sentir el peso de los pinceles y de manchar con trazos, que no sé a dónde me llevarán, el blanco prístino de la tela.

sábado, 8 de abril de 2017

TE VEO SALIR

Te veo salir, con la confianza, el entusiasmo y la juventud cargada sobre los hombros, cómo etiqueta del jersey que llevas sobres ellos. Te veo salir y pienso:  - Ahí va el último vestigio de una vida feliz que yo me cree y me creí.
Cómo duele ser consciente de que la vida va pasando y el tiempo no para y no vuelve y el día termina de igual forma que comenzará el siguiente si Dios no lo remedia. La soledad se va adueñando del alma y me resisto y lucho y quiero seguir con mis sueños, que cada vez son menos, con mis ilusiones que cada día se desvanecen. Miro a mi alrededor y lo que veo tampoco es muy esperanzador, nadie se rebela al día a día, las conversaciones terminan siempre en lo mismo: la enfermedad, los médicos, las medicinas y a mi me sube un no sé qué por el estómago a la garganta que me saca un grito de ¡¡ya basta!!, la vida sigue, todavía hay mucho por hacer, mucho po aprender, por vivir, por recorrer, por reír y sin embrago solo sois un atajo de muertos respirantes, vestidos a la última, intentando no ahogaros en vuestras propias miserias.
No, yo no soy de ese mundo. Mi cuerpo, tal vez, evidencia la edad, los años que llevo luchando, aprendiendo, intentando salir adelante, pero mi mente está viva, mi mente y mi corazón quieren amar, sentir la pasión de unos besos, las manos cálidas que me cogen la cintura, las palabras tranquilas de una conversación, los oídos que escuchan y no juzgan.
Te veo salir, hijo, y me doy cuenta de que lo que me ataba a esa pizca de vida, se va llendo, porque tienes tu propia vida y yo tendré que aprender a vivir sin el empuje que me da la tuya.
Te veo salir y yo solo quedo pensando dónde está la vida que yo debería estar viviendo en vez de mirar cómo cierras la puerta tras de tí después de depositar un beso en mi mejilla.