UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA

UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA
mirando a la vida

jueves, 12 de febrero de 2015

TODO EN MI MUNDO ESTA BIEN

La música envuelve el espacio, el hábitat donde me refugio cada noche.
En esta noche mi espíritu está sosegado, el alma tranquila, la paz reina en el momento. Cierro los ojos y me dejo llevar al mundo de los pensamientos, pero no pienso, solo los veo pasar, son como barcos a la deriva rumbo a la profunda catarata del olvido. Mi respiración serena se une al equilibrio cósmico. Todo me indica que mi mundo está bien.

Ha caído un obús dos manzanas más allá de donde estoy. He oído las sirenas, pero no quería dejar pasar ese momento místico de comunión con el Universo. El olor de la destrucción, el humo, lo envuelve todo. La maldita guerra, pero no es mi guerra y me niego a que invada el espacio donde habita la música, la esperanza, el sosiego. Donde no entra el miedo, la cobardía y esos sentimientos bajos que habitan las almas humanas que quieren perderse en los recovecos perdidos del odio, la venganza y el poder.

Aunque rodeada de destrucción, habito los mundos universales del amor. La música sigue sonando. A fuera la luna nuestra su cara más oculta y nos deja en la oscuridad absoluta. Los ruidos exteriores se quieren mezclar con las notas que, libremente, ascienden a juntarse con la música que producen la vibración de los planetas y de la materia que están formadas las estrellas. Sigo sintiendo que mi mundo está bien.

Oigo gritos y llantos. Carreras de gente que teme por su vida y por la de los suyos. Ancianos que se dejan llevar por la desesperanza y ya no corren, enfrentan a la muerte de pie, la esperan antes de que ella llegue a buscarlos. Los niños se abrazan al cuello de sus madres y juntan con ellas las lágrimas que produce el miedo, la impotencia y el no entender esta locura, formando un lago de vida que apagarán antes de que pueda desbordar todo el terror que sus pequeños ojos tienen que ver. Algunos de ellos no volverán a ver un nuevo amanecer.

La música ha terminado. El hermoso momento que he vivido forma parte ya del pasado. Los pensamientos me han abandonado y mi mente está vacía de todo aquello que le pesaba. Solo mi espíritu sigue en calma.

Miro a mi alrededor. Cristales rotos, tabiques semi derruidos. Donde antes estaba la pila de  fregar, ahora solo el grifo pende desvencijado de las baldosas de la pared que han quedado intactas. Las gotas de agua caen ritmicamente. Yo sigo sentada en mi rincón, en ese mundo de jergón viejo y mantas roídas que forman la especie de tienda de campaña que me he fabricado para poder pasar las noches aislada de tanta sinrazón.
Todavía el bloque donde vivo sigue en pìe. Parece un milagro. Todo a mi alrededor está ya destruido. Mi corazón me dice que en mi mundo todo está bien.

Se ha hecho un silencio extraño, un silencio capaz de tragarse los agujeros negros del espacio. Algo en mí se pone en alerta. Vuelvo a oír las sirenas, esta vez los obuses caen sin tregua. Mi espacio tiembla, lo poco que quedaba en pié está cayendo. El ataque es mortífero. Las bombas caen sin descanso. Una de ellas hace diana en mi pequeño refugio. Todo salta por los aires. La música cósmica vuelve a sonar y yo me siento liviana. Todo queda ahí, mi cuerpo tremendamente mutilado, también.
Ahora sé que todo en mi mundo está bien.