UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA

UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA
mirando a la vida

viernes, 29 de marzo de 2013

IN MEMORIAN (ANIVERSARIO)

Hoy a amanecido el cielo triste. Las nubes, blancas y plomizas lo cubren por completo y la lluvia hace acto de presencia. Lluvia y viento. Un día desapacible. Un día donde lloran las nubes y lloro yo. Lloro todo lo que no lloré hace un año, tal vez porque durante este tiempo he sido más consciente de la pérdida, del adiós definitivo, de lo que realmente significa la muerte. Estoy casi segura que nuestra propia muerte no es tan traumática.
Hace un año ya, que deprisa pasa el tiempo, y todavía me duele en el alma ese adiós que ninguno queremos pero que nos obligan a decir. Te fuiste de madrugada, en silencio, porque los últimos tiempos de tu vida estuvieron marcados por el silencio, por el sufrimiento. Postrado en la cama, sin voz (un cáncer se la había llevado) sólo tu cabeza funcionaba correctamente y al final ni ella. En tus últimos días sólo eras un corazón que latía y que se aferraba a la vida con uñas y dientes. Pero tu final se acercaba y nada ni nadie podía retenerte.
No recuerdo si el día de tu muerte lucia el sol o estaba nublado, los detalles más grandes, más obvios se me han borrado, o no los vi, pero sí recuerdo tu cuerpo inerte y frío en la cama donde habías estado los últimos meses, la expresión serena y de paz que tenía tu rostro. Yo sólo podía mirarte y besar tu frente en esa madrugada triste de tu marcha. Llamar al médico para que certificara tu defunción, a la funeraria para que realizara todos los trámites pertinentes. Hablábamos como autómatas, tomábamos decisiones como si estuviéramos hablando de un cambio de vivienda. En ocasiones se pierde la consciencia de cual es la razón por la que se están haciendo una serie de cosas. De eso nos damos cuenta un poco más tarde.
Se te llevaron, padre. Tú volviste al comienzo de la vida y tu cuerpo se lo llevaron, como si fuera un elemento viejo y en deshuso que sobrara en la casa. Todavía no había salido el sol y tú ya te habías ido definitivamente de nuestra vida, pero nunca de nuestro recuerdo.
Ahora, con la perspectiva que da el tiempo, veo claro muchas de las vivencias a tu lado, lo extraños que fuimos el uno para el otro. Nos faltaron tantas,tantas conversaciones. Sólo en los últimos años estuvimos más cerca el uno del otro y ahora siento no haberte escuchado más, no haber hecho más caso de tus indicaciones, de tus consejos. Sabios consejos. En ocasiones me doy cuenta de que la vida me da todo lo que pido y necesito, pero en ocasiones tarde y esta es una de ellas. Empezamos a conocernos tarde y empecé a entenderte tarde y sin embargo te he querido toda la vida.
Hoy hace un año de tu muerte y lloro todo lo que no llore ese día porque, en este preciso momento, me cuesta aceptar que te has ido.
Halla donde estés, descansa en paz y sigue cuidando de mí como lo hiciste mientras vivías.
Hasta siempre, papá.

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