UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA

UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA
mirando a la vida

jueves, 5 de mayo de 2011

CONVERSACIONES Y CADUCIDAD

Hace unos días estaba comentando con una amiga esos temas que nosotras, las mujeres, solemos hablar y que tanto bien nos hacen, porque además de recetas de cocina y el nombre de la boutique donde adquirimos esa prenda tan chic, también compartimos sentimientos que no sabemos muy bien qué hacer con ellos. Llegamos a una edad en que tenemos tan claro lo que queremos y como lo queremos,  que resulta difícil conformarse con lo que tenemos y que cada día nos aporta menos, nos enriquece menos y nos asfixia más. Para la mayoría, los hijos han dejado de ser esos polluelos a los que había que atender, cuidar y mimar, han levantado el vuelo y ya los vemos como empiezan a tomar sus propias decisiones y afrontan sus aciertos y sus errores. Entonces y solo entonces descubrimos a  nuestro lado ese "hijo" que no hemos parido pero que sí hemos cuidado, atendido y mimado a la vez que a nuestros polluelos, y que por norma no levanta el vuelo a no ser que encuentre otra "madre" más joven y apetitosa que le haga sentir el "gallito" del corral.
Pues bien, estábamos hablando de estos temas cuando me dijo una frase que me hizo recapacitar: " Me gusta que me quieran como yo quiero que me quieran, pero no a su manera". Y es que estamos tan acostumbradas a dar, a escuchar tantas veces lo mismo que pasamos por alto muchos pequeños detalles y en que te descuidas te saltan con eso de: "Claro que te quiero, mujer, pero a mi manera. No tengo la culpa de no saberlo hacer mejor". Te quiero pendiente de mi, de mis deseos, pendiente de mi vida venticuatro horas al día. Que cada vez que te llame, tú, estés ahí, dispuesta para mí. Yo soy tu vida. Soy tu esposo y señor, el que llega cansado a casa después de una dura jornada, aunque tú la lleves tan dura como él y encima cuando llegas al "dulce hogar" tengas que batallar con los niños, la cocina, el orden y la limpieza.
Ya el tiempo de la pasión pasó y el sentir mariposas en el estómago cuando oías su voz también pasó y ahora solo deseas encontrarte con ese compañero de camino que en su día escogiste para dejar señales de vuestro paso por la vida, pero solo lo reconoces como eso, como compañero, no es tu señor, ni tu amo, ni tu "hijo" crecidito, ni deseas que invada tu espacio ni tu aire y eso, precisamente eso, no lo entiende ni le interesa entenderlo, porque entonces pierde de golpe esa columna fuerte y recta que lo mantiene en un espacio cómodo. Y es que nos han engañado con que el amor duraba toda la vida y la pareja era siempre hasta que " la muerte os separe". No, el amor, el de verdad, sí dura toda la vida, pero ese amor está hecho de libertad, de espacios respetados, de complicidad, de cariño y de confianza. No es un amor de necesidades, no ahoga, no obstruye, rara avis difícil de hallar y la pareja se rompe cuando cualquiera de los que la forman invade el espacio vital del otro, equivocando amor con necesidad.
Seria mucho más facil, entender que todo en esta vida tiene caducidad. Hasta la propia vida.

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