IN MEMORIAN

El sol en su nacimiento diario empezó a entrar suavemente en la estancia. Esperaba como cada día desterrar la penumbra en que la noche te envolvía, pero ese día el sol no te encontró, ya no estabas tumbado en tu cama, con los ojos cerrados y tu suave respiración. En la madrugada unos hombres te sacaron de tu casa, casi a escondidas para que la compañera de toda tu vida no pudiera ver como tu cuerpo sin vida abandonaba el lugar donde habíais vivido, entre alegrías y tristezas, toda una vida juntos.
Ahora, cuando recuerdo la escena todavía siento esa flecha lazerante clavarse en mi corazón. Yo, que tantas veces le pedía a Dios que te llevara con Él, para que no sufrieras nada más, no podía contener el río de lágrimas que me producía el dolor de la separación, y ahí empezó mi particular calvario de la despedida. Nunca pensé que podía ser tan duro. Los recuerdos se agolpan a la misma velocidad que fluyen mis lágrimas.
En todo momento estuvimos rodeados de aquellos que te quisieron de verdad, que dejaste en ellos una huella que jamás pudo borrarse porque tu calidad humana era infinita. Tu servicio a los demás, tu ayuda siempre que era requerida y muchísimas veces aún sin serlo, tú la brindabas siempre. Tu forma de ser, sencilla y humilde, eliminando rencores y expandiendo amor y paz. Personas que hacía más de veinte años que no te veian y lloraron porque te ibas. Eras especial para ellos y para todos. Cuanto dolor ha dejado tu partida. Qué orgullo ser tu hija, tal vez no supe quererte como tú deseabas, pero te quise y te quiero con todo el corazón. Imposible olvidarte padre, imposible.
Ya eres un espíritu libre, eres luz, has nacido a la vida. Solo quiero que ahí seas todo lo feliz que te mereces.
Descansa en paz, papá.
Siempre vivirás en mi corazón y en mi recuerdo.