UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA

UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA
mirando a la vida

viernes, 23 de agosto de 2013

UN PENSAMIENTO

Muchas veces nos cuesta entender por qué suceden las cosas, por qué la vida cambia de la noche a la mañana. Tú un día estás tan tranquila y al día siguiente tu vida ha dado un vuelco y tienes que bregar y luchar con situaciones que ni siquiera sospechabas.
En ocasiones el simple hecho de sacar de adentro del alma todo aquello que lleva una vida enquistado es suficiente para que a partir de ahí todo se convierta en un infierno o en un remanso de paz y tranquilidad. Todo dependerá de con que actitud encares lo que te viene en el futuro.
Nos empeñamos en encasillar, en hacer las cosas "como siempre se han hecho", en que un día sea igual al anterior y esperamos que el siguiente sea tan apacible y esté tan controlado como el actual. No nos paramos a pensar que la vida es un continuo cambio, que nada queda estático. La Naturaleza cambia de un día para otro, a veces no somos conscientes, pero si paramos y observamos, podremos ver que va cambiando, que hay plantas que mueren y otras que nacen. La erosión va dando forma a las piedras y algunas se sueltan y caen por el efecto de esa erosión o por los elementos climáticos, cambiando el paisaje.
De niños, somos capaces de jugar despreocupados, no pensamos en el ayer y mucho menos en el futuro. Los días pasan lentos, los años cuesta cumplirlos y todo es emocionante. Más tarde y sin llamarlas llegan las preocupaciones, las responsabilidades, los razonamientos y las creencias que gratuitamente nois vana dejando marcados primeramente nuestros padres, después la sociedad que nos rodea y ahí soltamos la vida y recogemos miedos e incertidumbres. Temo que a eso se le llama convertirse en adulto.
Ultimamente pienso mucho en eso de ser niño o adulto y me encuentro con que yo deseo ser niña y mi entorno y la sociedad en la que estoy involucrada me obligan a ser adulta. Entonces, cuando no me ven, hago una travesura que me devuelve a mi misma y pone una sonrisa pícara en mis labios. Cuando llega la noche y la recuerdo, me duermo con esa sonrisa en el corazón y en el pensamiento. Por un momento les he ganado la partida a los cenizos que me rodean y soy feliz.

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