UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA

UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA
mirando a la vida

viernes, 23 de agosto de 2013

UN FIN REPETIDO

Miro a mi alrededor para cerciorarme de que no se me olvida nada. Me cuesta, siempre me pasa lo mismo, me cuesta salir de la casa y cerrar la puerta, es como si dejara ahí, prendidos de las paredes unos momentos mágicos, momentos anhelados durante todo un año y de los que yo sólo he sido testigo, espectadora de las escenas ahí representadas.
En mi interior sé que no quiero irme, que ese es mi sitio, que esa es mi casa, que yo quedo ahí atrapada y por eso ese tardar, ese repaso constante para no dejarme nada cuando en realidad lo dejo todo.
Lo último que hago es dar cuerda al reloj de la mesita de noche, es de esos antiguos de campana, para que su tic-tac siga escuchándose un poco más en el silencio de la soledad en la que quedará envuelta la habitación. Es como si el hecho de que las saetas marquen unas horas diferentes a la de mi partida, hiciera que yo todavía estuviera presente durante esos momentos. Las partidas siempre son difíciles, sobre todo cuando te despides de ti misma.
El paisaje es el mismo que he percibido esta mañana la despertar, las mismas flores, las mismas piedras, las mismas montañas, sólo el sol ha cambiado de posición y sin embargo yo lo percibo de otra manera.
Bajo las escaleras y me introduzco en el coche. Ver la casa cerrada me produce tristeza. Sólo unas horas antes había vida, voces, música, charlas, risas. Ahora el silencio sólo roto por el tic-tac del reloj de mi dormitorio, pero eso también tiene el tiempo contado.
Miro hacia atrás y veo como va pasando el paisaje tan conocido, las casas se van difuminando y ya sólo me envuelven las montañas con su verde brillante y su vida y la carretera de asfalto que serpentea entre ellas. Dentro de unas horas, todo habrá terminado. Vuelta a los horarios, a las obligaciones, al día a día cotidiano y hastiante. Vuelta a la vida real y virtual, vuelta a lo que sólo unos pocos días antes ansiaba por perder de vista.
Se terminaron las vacaciones, pero una parte de mí se quedó en esas montañas y en esa casa, por eso sé que no tardare en volver a reencontrarme conmigo misma y nuevamente las contraventanas se abrirán y el sol, el viento y la vida volverán a entrar en la casa y en mí.

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