UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA

UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA
mirando a la vida

miércoles, 2 de febrero de 2011

MEJOR, MIRAR HACIA ADENTRO

Llevo ya mucho tiempo en una especie de cambio, de metamorfosis mariposil, ese gusanito sedoso y tierno que fuí en mi juventud y que duró hasta hace unos diez años, se ha convertido en una mariposa, que, no voy a decir linda, pero sí con unas ganas tremendas de libertad y vida, claro que, ¿hay alguna mariposa fea?, es tan subjetiva la belleza. Comenzar a conocerme a mi misma y el apoyo de unas buenas amigas, que me abrieron la ventana del conocimiento y pusieron en mis manos lecturas, no de autoayuda, aunque también me han ayudado, y mucho, pero sí de autoconocimiento, además de horas de charla, de poner en común experiencias, de escuchar y ser escuchada, de horas de sueño perdidas, de profundizar en muchas de las decisiones que tomé en la vida, porqué tomé esas y no otras, qué sentimientos me gobernaban más facilmente, en fin que todo eso ha conllevado al ahora de mi vida y es en este ahora donde empiezo a encontrarme bien, a gusto y queriéndome a mi misma, para poder empezar a querer de verdad a los demás.
Reconozco que los años y la experiencia me han dado un bagaje tal, que ahora me encuentro en disposición también de poder ayudar a los demás, como en su día algunas personas me ayudaron a mí, a crecer, a ser capaz de reconocer, aunque no con todo lo consiga, como la sociedad quiere manipularme y ahí tomo la decisión de si lo admito y me dejo manipular. Porque ahora sé que solo me podrán hacer aquello que yo permita.
Estamos en un tiempo de cambio, de revueltas, de volver a ser conscientes que somos seres vivos y de que estamos formados por materia y espíritu. Y en toda esta revolución, las relaciones de pareja también están sufriendo su cambio. Aunque nos cuesta reconocerlo y seguimos empeñados en los roles que funcionaban en el siglo pasado, pero que ahora estan fallando estripotasamente. El " hasta que la muerte os separe " es para la gran mayoría una losa que cuesta sobrellevar. Porque el amor no es eterno, hay que hacerlo eterno y para eso nada mejor que saber y tener claro que el amor muere si la pareja, no es pareja en el alma. Al final, todo lo que se lleva es una relación de máscaras, de interpretación cara a la galería, de fraude. De rencores bien guardados, de falsas expectativas. Todo ello aderezado, como decía mi escritora y coach preferida Rosetta Fornet en su libro El último sapo que besé, con frío emocional, estalactitas de abrazos y cubitos de besos. Lo que se dice todo un panorama emocional polar. Y es que llega ese momento en que se tiene marido (o esposa), pero no se tiene amante.
La palabra amante es la que designa a la persona que ama nuestro corazón y que, a su vez, ama el nuestro. Ese alguien especial con quien alimentar cada dçia una relación basada en el compromiso del alma, ser almas gemelas.
Y a sí vamos, y a sí nos va, nos sentimos mal con nosotros mismos y con los demás, muchas veces por no tener el valor suficiente para mandar a freir churros  y soportar ventiscas esa frase que, parece más una espada de Damocles que un ramo de dichas para el resto de la vida. Dejamos, que el miedo a perder esa seguridad económica, ese status social, esa muñequita linda o ese metrosexual, se apodere de nosotros y preferimos seguir aguantando una relación cuya descomposición hace tiempo que ya produce ese olor de putrefacción que tiene lo muerto.
Pensemos un poquito más y seamos mas sinceros con nuestro corazón y con nuestra razón. Al principio puede costar y hasta doler, pero será el comienzo de nuestra verdadera vida y encontraremos más paz y armonia a nuestro alrededor y menos sentimiento helado y alelado que nos está dejando  idem y con la cara mirando hacia Cuenca . Mejo mirar hacia adentro.

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