UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA

UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA
mirando a la vida

jueves, 12 de enero de 2012

PESADILLA EN EL CORAZON

Todavía no sé como me he atrevido, siempre me dio un cierto miedo eso de viajar yo sola, por si no conseguía llegar a destino, pero lo he hecho y aquí estoy. Me siento en esta ciudad, desconocida para mí, tan perdida o tan segura como si fuera mi propia ciudad, de algo sirve el haber visto sus calles una y otra vez por internet.
Miro el papel donde llevo anotada la dirección, para cercionarme de que no me equivoco de número. Ciertamente no me he equivocado y ahí estoy yo, con mi pequeña maleta en la mano decidida a que el destino me ponga las cosas un poco más claras. Me sitúo frente a las escaleras que dan acceso a la puerta principal, miro a un lado y a otro, los jardines están un poco descuidados, pero es lo que tiene los finales del otoño, las plantas también descansan, preparándose para el largo y frío invierno.
Tomo aire y respiro hondo. El corazón parece que va a salirse de su sitio, por lo desbocado que palpita. Hace frío, pero yo no lo siento, las manos me sudan.- ¿Que me dirá cuando me vea?. Bueno ¡allá voy!.
Cojo la maleta y me decido a subir las escaleras. La puerta está abierta, mejor, así la sorpresa será mayor, pero...¿y si no hay nadie en la casa?, ¿y si no está?. Ahora ya no hay tiempo de echarse para atrás. Ya estoy frente a la puerta que  cambiará mi destino. Con mano temblorosa y la boca seca toco el timbre, el sonido es corriente, no tiene nada de especial. No sé porqué pensé que sonaría de otra manera. Ideas tontas que se me meten en la cabeza. Los segundos se hacen minutos, eternos, largos. Se oyen unos pasos al otro lado, quiero huir, pero mis pies están clavados en el suelo. No creo ni que me salga la voz. Por fin la puerta se abre, no se si sonreír o quedarme callada. No sé que hago ahí. Su cara de sorpresa me lo dice todo. Sin abrir la boca me coge del brazo y me saca de ahí cerrando la puerta tras de sí. Mi cabeza no registra ningún sentimiento, solo me dejo llevar.
- Pero¿que haces aquí?, ¿estas loca?, ¿de donde sales?. Ven vamos para abajo, este no es buen sitio para hablar.
Su reacción ha sido como cuando estalla un jarrón de delicada cerámica en el suelo. Había imaginado que trás la sorpresa me haría entrar en la casa y me recibiría como tantas veces había soñado, porque según él, yo era la única persona con la que podía ser feliz. Pero no ha sido así, yo era una visita inesperada, incómoda y estoy segura de que le hubiera gustado que desapareciera de su vista.
Demasiadas preguntas en mi cabeza, demasiada tensión. No puedo pensar y me dejo llevar. Desando el camino y salgo del edificio. Ya estoy otra vez en la calle, el frío me golpea la cara y entonces reacciono. Me suelto de la mano que me aprisiona el brazo y me planto delante de él. Le miro a los ojos y entonces, solo entonces vuelvo a la realidad. Ya está, el destino ha hablado, no me molesto en contestar a todas las preguntas que van saliendo de su boca. Todo lo que me había dicho, todo el amor que sentía por mí, se esfumaba, se diluía en el miedo que sentia a que alguien nos pudiera ver. No entendía nada, pero sí tenía claro lo que iba a suceder después de todo esto. Cogí mi maleta, sin ni siquiera abrir la boca, lo miré a los ojos y me dí media vuelta. Comencé a caminar y sentí como sus pasos me seguían, caminé más deprisa, las lágrimas salían de mis ojos, silenciosas, mansamente. Pasó un taxi y lo paré. Me alejé de ahí camino al aeropuerto y lo dejé plantado con sus preguntas y su sorpresa todavía en la mirada. Mi corazón estaba hecho añicos, las ilusiones rotas y los sueños desvanecidos, pero ahora tenía toda una vida por delante que vivir. El destino nos había puesto a cada uno en su sitio. Volvía a estar sola, pero eso no era lo peor. Lo peor era que lo quería con toda el alma y me alejaba de él para siempre.
El despertador sonó infiltrándose en mis sueños,como un intruso desagradable. Todavía no estaba segura si había vuelto a la realidad o seguía inmersa en el mundo onírico. Despacio y con esfuerzo fui siendo consciente del sonido que emitía el reloj que estaba en la mesita de noche, tenía los ojos mojados y la almohada estaba húmeda en el sitio donde apoyaba mi cabeza. Menos mal, todo había sido un sueño, o no, también podía ser un aviso de lo que podía suceder en un futuro no muy lejano. Lo que podía suceder, tal vez hoy, porque hay sentimientos que se sienten antes de que lleguen. Y yo ya estaba sintiendo el sentimiento de la ruptura. El adiós definitivo.

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