Son ellos, los hijos de Gaia. La aman y la reverencian, la cuidan, porque saben de su espíritu
sagrado. Agradecen, con cánticos, cada una de sus dádivas, y piden perdón,
desde el fondo de sus corazones, por cada vida que toman para su alimento.
Ella, la Madre Tierra, les regala,
generosa, lluvias vivificantes, cosechas abundantes y belleza en cada una de
sus estaciones. Cuida de sus hijos como lo que és, la Gran Madre, la portadora
de vida. La que perdona los daños recibidos por esos díscolos hijos que no
saben reconocer todo su amor, todo su desvelo. Y aún estando herida, descuidada y maltrecha, llama la atención de sus
hijos , quiere que la escuchen en su sordera y sigue siendo generosa con los suyos, con los
que un día, cuando terminen su andadura por la vida, volverán a ella, a su
materia y a su espíritu,
Por eso, hijos de Gaia, la Gran Madre Tierra, no ceseis en vuestros
cánticos de agradecimiento y seguid
danzando y pidiendo perdón por el daño infligido a la que de su seno sale toda
la vida.
Precioso!
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