UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA

UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA
mirando a la vida

jueves, 22 de noviembre de 2012

LOS ARBOLES MAGICOS


La noche es fría y desapacible, la gente pasa deprisa, embutida en abrigos, gorros y bufandas, las manos en los bolsillos, la inmensa mayoria, y sin mirar nada ni a nadie, y sobre toda embutida en si misma en sus pensamientos, en su vida.

Todo es impersonal, la soledad se hace mayor en las grandes ciudades, nadie se preocupa por nadie, solo existen los propios problemas, lo demás es nada, cada uno se atiende a si mismo, a lo más se escucha alguna conversación donde alguien esta saliendo muy mal parado, la constumbre de ver en los demás nuestros propios defectos. Sin embargo hay un amalgama de problemas compartidos, de ideas comunes que nos hacen movernos en el mismo circulo.

La gran avenida está profusamente iluminada, a las ramas desnudas de los árboles les han colocado unas hojas extrañas, ajenas, luminosas, que los hacen mágicos y ayudan a ver el duro paisaje de cemento y piedra de una manera especial. Pero la gente no se para a ver el espectaculo, lo miran sin ver, pasan como pasan por la vida, de puntillas, sin dejar que nada los aparte de sus propios pensamientos.

No quiero ser como todos ellos, ahora me siento dueña de mi tiempo, de mis ideas, de mis emociones y de la avenida iluminada con árboles mágicos. Me paro en medio de la ancha acera y me quedo mirando todo con ojos nuevos, con esos ojos infantiles capaces de asombrarse por las cosas mas sencillas, por los letreros luminosos, por los escaparates, profusamente adornados, como si quisieran dotar al exterior de la calided que carece y sobre todo me fijo en las personas que transitan a mi lado. Algunos me esquivan, otros me miran fugazmente y seguro que ponen en duda mis aptitudes mentales.- ¿que hace parada ahi enmedio?, ¿no sabe ponerse a un lado y dejar pasar?-.Seguro que es lo que piensan. No me importa, eso también me hace dibujar una sonrisa en mis labios. De pronto siento una sensación extraña, como si alguien me llamara sin utilizar palabras, pero la estoy oyendo. Giro sobre mi misma, esfuerzo mis ojos en ver de donde sale esa sensación que siento, que me obliga a buscar a mi alrededor, esa voz muda. La veo, agazapada en un portal, protegida por la semipenunbra  de una puerta medio abierta, despeinada, con las ropas sucias y algo rotas. Me mira con sus ojos dulces, ojos infantiles, que sin embargo han visto mucho de la dureza de la vida, y con una leve sonrisa en los labios, sonrisa timida, asustada. Me dirijo a ella, la miro fijamente y mi sonrisa se amplia, aflora en mí un sentimiento de protección, de ternura. Le brindo mi mano, cálida, que ella tarda unos segundos en aceptar mientras me mira a los ojos con algo de desconfianza. Cuando mi mano nota el contacto de la suya, la atraigo hacia mí, despacio, dulcemente, me agacho para ponerme a su altura y acaricio su carita sucia apartando un mechón de pelo. Es bonita, como una muñeca, tirada en un rincón después de muchas horas de juego, con las ropas ajadas y deslucida.

Juntas, cogidas de la mano nos dirijimos a una cafeteria cercana, la gente nos mira, vuelven a pensar que estoy loca, pero me da igual. Ahora me percato de que hay un árbol, cuyas hojas mágicas no lucian, pero que poco a poco van cogiendo luminosidad. La avenida está preciosa con esos árboles mágicos. Entramos en la cafeteria y seguimos cogidas de la mano, que bonita esta la avenida.........

 

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