UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA

UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA
mirando a la vida

miércoles, 9 de julio de 2014

MEDIA VIDA

Miro, sin ver, el horizonte perdido. Siempre dije que no me gustaba el mar y sin embargo estoy frente a él intentando entender lo que la vida se lleva y me trae.
Vuelves a mi memoria una y otra vez, aunque tengo que reconocer que cada vez se espacia más el momento de tu recuerdo, aún así eres persistente. Hace media vida que no estás a mi lado. Una vida que comenzamos juntos con la idea de compartirla, con sus altibajos, con sus momentos rosas, grises o rojos de la pasión y el destino se empeñó en llevarte a los seis años del comienzo de esa aventura que nos tenía ensimismados con nosotros mismos.
Todavía conservo el último frasco de tu colonia. Recuerdo que un año para tu cumpleaños quise cambiarla y tu te opusiste. Siempre habías llevado la misma y te sentías identificado con ella. No lograba entender muy bien esa idea, para mí, un tanto cerril. Al final terminé aceptando y cada año para tu cumpleaños te regalaba un frasco. Era lo que te solía durar. Ahora no puedo imaginarte con otro aroma. Cada noche echo unas gotas en mi almohada para sentir que estás a mi lado. Bueno, la verdad es que llevo ya un tiempo que no lo hago.
Media vida esperándote. Un día te fuiste, saliste como de costumbre y no regresaste. Todavía espero una llamada que nunca se hizo. No estás muerto, pero tampoco vivo. Simplemente no estás. Al comienzo la desolación, la incomprensión fueron tan grandes que afectaron a mi salud, pero todo, con el tiempo se suaviza y tu ausencia también. Nada nos unía, más que nuestro recíproco amor. Nada nos unía, más que la ilusión de habernos hallado. Nada nos unía, más que nuestro deseo de besarnos y tenernos mutuamente. Nada nos unía y por eso no hizo falta burocracia alguna para separarnos y separar lo que habíamos compartido. Guardé tus pertenencias, por si alguna vez, me eran reclamadas. Nadie lo hizo.
 Así comenzó una vida que nunca fue vivida porque, siempre fue soñada, hubo pocas realidades y para poderla sobrellevar utilice sucedáneos como el de tu aroma cada noche a mi lado. Ahora, la vida se compadece de mi y me muestra el camino del amor real, del contacto físico, sentido, me muestra de nuevo las ganas de vivir y de reír.  Hace un tiempo que ya no necesito las gotitas de tu colonia en la almohada. Otro perfume te sustituye. Otros sueños, otras ilusiones.
Por eso, aquí, frente al mar que no me gustaba, acepto en estos momentos postreros de mi madurez los besos y las caricias que me fueron arrebatados y que estuve esperando durante media vida.
Tardaste en volver, amor mío, pero ya estás aquí. Noto que algo ha cambiado, tu aroma no es el mismo. Tendré que cambiar el perfume para tu cumpleaños o quizá cambie de regalo. No quiero repetir aquello que viví entonces, aunque.... Qué más da, al final, la vida vuelve a vibrar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario