UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA

UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA
mirando a la vida

jueves, 3 de noviembre de 2011

TODOS LOS SANTOS

Es noche de luna en forma de cuna, le ayudan a mecerse unas nubes, suaves y transparentes, que dejan entrever su luz y mientras tanto yo miro la oscuridad a través de los cristales del coche, que suavemente se desliza por la carretera, y aún puedo ver las formas de las montañas, los árboles a cada lado del camino, las luces de unos pueblos pequeños e invisibles, cada vez con menos gente, cada vez con más recuerdos, llenos de historia y de historias, personales e intimas. Solo el silencio es mi compañero, mientras pienso en las gentes que los habitan, cargados de años y despojados de ilusiones.
He pasado el día en uno de esos pueblos, como cada año, para la fiesta de Todos los Santos, es un rito del que no quiero desprenderme. Es volver a los recuerdos, a reconocer que soy quien soy por los que ahí me precedieron y que sus historias tienen algo que ver en la mía propia. Otros años, el pequeño cementerio se llenaba de gente que adornaba la tumba de sus familiares y hablaba con los vecinos del lugar y con los que un día marcharon en busca de cierta prosperidad y que vuelven a reencontrarse con las frías tumbas de sus muertos, intentándoles trasmitir algo de su calor y de su vida, aunque no sirva para nada. Este año, hasta el cementerio estaba solo. Las flores colocadas sobre algunas tumbas me indican que antes que yo, alguien ha querido dejar su recuerdo, y tal vez alguna lágrima y quien sabe si también alguna oración.
Miro detenidamente las tumbas de los mios, de aquellos por los que yo estoy, tal día como hoy, aquí. Y no puedo evitar mirar las inscripciones, leyendo unos nombres y unas fechas que conozco de memoria. De repente se agolpan en mi memoria, escenas vividas en todas las etapas de mi caminar hasta hoy. No puedo evitar volver a sentir, lo que en ese momento sentí. Con calma retiro las flores secas y deterioradas que coloqué el año pasado, para poder dejar mi recuerdo fresco y una lágrima que se me ha escapado sin poder evitarlo. Estar tan cerca de la muerte, me hace ser realmente sincera conmigo misma y me revelo  y vuelvo a decir a quien me acompaña, que cuando llegue mi hora, no me metan en un agujero, para que me lleven cada uno de noviembre, unas flores y un olvido. Mejor, dejen mis cenizas envolviendo las raíces de un árbol, que yo sea alimento para su desarrollo. No más flores, no más recuerdo de un día. Quiero seguir viviendo.
Uno de noviembre, como todos los años, día de Todos los Santos, día de flores para los muertos.

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