UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA

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mirando a la vida

lunes, 1 de octubre de 2012

HE CAMBIADO LA HOJA DEL CALENDARIO

He cambiado la hoja del calendario, esta vez no me va a coger desprevenida. Por norma, suelo cambiarla a la semana de haber comenzado el mes, no me preocupa mucho eso de llevar al día el calendario, y sin embargo, hoy la he cambiado ya, porque también he cambiado de día. Es otra norma de mi particular forma de entender las pequeñas cosas que conforman la cotidianidad de la vida. Si puedo me gusta despedir una jornada y darle la bienvenida a la siguiente, estando despierta, no siempre activa, pero sí despierta y sin acostarme. Hoy me ha cogido el nuevo día dándole a las teclas de mi ordenador, repasando facturas, mirando lo que mis contactos cuelgan en las redes sociales, en una palabra, haciendo aquello que no me ha dado tiempo durante esta jornada festiva.
He cambiado la hoja del calendario, comienza mi mes por antonomasia. Siempre me gustó octubre, por diferentes motivos, unos personales, otros ciclicos. El otoño se adueña de este mes. Las imagenes de bosques cobrizos, amarillos, dorados, se muestran por doquier. Me gustan esos tonos, como me gusta el otoño, como me gusta octubre. El viento susurrando entre las hojas y las ramas de los árboles. El fresco de la mañana y del anochecer, la tibieza del sol en el centro del día. La intimidad, el recogimiento. Momento de caricias y de besos. Momento de cambio y de equilibrio, de luces tenues, música suave y sugerente. Un café o un té caliente que entibie el alma. Unos ojos donde mirarte y un corazón donde reposar. Definitivamente me gusta el otoño, me gusta octubre y esos tonos cobrizos, amarillos y dorados.
He cambiado la hoja del calendario y me percato de que quedan ya pocas hojas por cambiar de este año. Reconozco que no me produce ninguna sensación ese hecho. El cambio de año no significa mucho para mí, después de este vendrá otro, y los días seguirán con su rutina, uno tras otro y la vida se irá desgranando hasta que llegue ese último día que todos tenemos fijado. Poco cambia un año de otro, algunos dicen que se es un año más viejo, pero tampoco creo mucho en eso. He visto viejos de treinta años y jóvenes de ochenta que la vida se les ha ido cuando todavía les quedaba mucho por vivir. Lo que sí tengo claro es que seguirá la gente buscando la felicidad por santa obligación, porque ahora está de moda ser feliz, sí o sí. Y sonreír, aunque realmente sólo sea una mueca vacía. En fin, en eso que cada uno haga lo que pueda o desee.
He cambiado la hoja del calendario, y la miro satisfecha, hoja nueva, sin apuntes, sin manchar, virgen todavía en ese desgranar días que conforman sus semanas.
No sé si lo he dicho, pero me gusta el otoño, el mes de octubre, los colores cobrizos, amarillos y dorados, y la hoja nueva del calendario.

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