UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA

UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA
mirando a la vida

jueves, 18 de noviembre de 2010

EL CAFE DE LA MAÑANA

Por más que estemos en crisis, hay algo de lo que todavía no me he desprendido y es precisamente de mi café de la mañana en el bar de al lado de mi trabajo. Es una costumbre y el día que por alguna razón no lo he podido tomar, mis neuronas no trabajan con la misma soltura lo reconozco, soy adicta a la cafeína mañanera. Pués bien, tomando mi café matutino, antes de comenzar mi jornada laboral, andaba yo hablando con una amiga de la situación laboral y económica que estamos viviendo, tema, dicho de paso, bastante habitual entre los clientes de estos establecimientos, y no se sabe muy bien como hemos derivado a temas un poco más profundos, es decir hemos terminado hablando de la vida, de como nos lleva y nos trae sin que nosotros podamos modificar muchas cosas y es que de la mañana a la tarde nos cambia la situación económica y toda nuestra vida, montada en el consumo, se va al traste y nos deja perdidos, como en una habitación a oscuras, con los ojos muy abiertos, pero sin ver nada y todo se nos viene encima, y cogemos depresiones y creemos que ya no tenemos salida, ponemos al gobierno de turno verdes como hoja de parra en primavera y todo el mundo tiene la culpa de que nuestra forma de vida, comoda y consumista se haya ido al garete. Todos, menos nosotros, claro está, que en nuestra inconscencia gastamos sin pensar que nuestro pecunio tiene que durar para todo un mes y procurar que sobre algo, por lo que algunos tenemos lejos los grandes coches, esos que nos hacen mirar con cierta envidia a los suertudos que los conducen o las casas de más de 50 m2, con hermoso jardín y gimnasio particular, las vacaciones dando la vuelta al mundo en hoteles de muchas estrellas, vamos, que nos tenemos que conformar con algo mucho más modesto. Pero, ¿realmente necesitamos eso para vivir?, ¿son más felices, tienen menos problemas aquellos afortunados seres que pueden acceder a todo eso?, que visten de Prada o Armani, que tienen dos personas al cargo de sus faenas domésticas y que a la postre necesitan evacuar de su cuerpo el desecho producido por los riquísimos y carísimos manjares cocinados por el cocinero de moda, sin que en nada se diferencien en olor y textura al resto de los pobres mortales y que muchas veces tanto poder economico está rociado por una tremenda pobreza espiritual, (claro que eso ahora no se lleva de moda) y anímica, por una soledad íntima que el dinero no puede paliar.
¡Que no!, que lo que yo le decía a mi amiga, que no es necesario tanto, que este café, por poner un ejemplo, es un lujo cuando lo puedes tomar con la cercanía y la charla de una persona, que es capaz de extasiarse ante un cielo estrellado de verano, o un amanecer otoñal.
Por eso, aunque estemos en crisis, todavía puedo tomarme el café de la mañana y hablar de la vida, y de los astros y de si Manolín tiene un catarro y una tos que no ha podido ni ha dejado dormir en toda la noche. Esto sí es un verdadero lujo y como este, tenemos muchos, pero no los sabemos apreciar.
Hummmm, ¡que rico está el café de la mañana!

1 comentario:

  1. A mí si me quitan mi cafelito con leche de recién levantada...¡mato!.jajaj. Arriba el placer de la pequeñas cosas!! besicos maña, ayer salió tu ciudad en la tele y os pusieron de borrachicos pa arriba, jajjaj, venga vino y tapeo en la parte antigua entre jota y jota.Feliz viernes, guapa.

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