UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA

UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA
mirando a la vida

sábado, 20 de noviembre de 2010

UNA NOCHE DE LUNA LLENA

Hace frío esta noche, sopla un aire suave, pero cortante y afilado que te deja con las manos y las orejas frias como tempanos, a no ser que las lleves convenientemente protegidas. Miro al cielo y una hermosa, clara y redonda luna ilumina el techo que en este momento tengo sobre mi cabeza, porque desafiando al clima, he salido a la terraza para poder disfrutar de un poco de silencio a la hora en que cambiamos de dìa sin darnos practicamente cuenta. Entonces en esa soledad silenciosa que tanto me gusta y que procuro disfrutar en algún momento de la jornada, sinceramente casi siempre en horario nocturno, no sé porqué, pero me encuentro mucho mejor a esas horas, cuando se que entonces será dificil que alguien se entrometa en lo que hago o dejo de hacer, a parte de que soy un poco buho. Bueno, como iba diciendo, en ese momento mágico que yo me autoregalo, hago un repaso mental de lo acaecido en el día, y hoy no hago más que pensar en una conversación que hemos mantenido mis compañeros de trabajo y yo; Juventud y madurez, la eterna lucha generacional, porque como le decía a uno de los más jovenes, "Tú tienes el empuje de la juventud, pero yo tengo la serenidad de la madurez"  y no es que esté pirada, ni trasnochada, ni nada de nada, solo que ya veo la vida desde otro prisma diferente, que es bueno que así sea, porque yo, ya dí mi energía de juventud para que el mundo fuera hacia adelante, ahora les toca a ellos. Nada más. Pero eso no quiere decir que no me guste salir un fin de semana de copas con mis amigos, que no tenga ilusiones y sobre todo que la vida todavía tiene mucho que ofrecerme, aún cuando ya hace años que pasé los veintitantos y que la juventud y las ganas de vivir, nada tienen que ver con la edad cronológica, porque están en mi mente y en mis deseos de caminar siempre hacia delante, sin detenerme en el pasado a no ser que sea para aprender y seguir caminando. Todavía recuerdo la forma de mirarme y como con una calma total ha sacado los cascos de su reproductor de música y se ha aislado de la conversación de locas que llevabamos. Juventud, divino tesoro, como vienes te vas y mientras estás, te crees importante e imprescindible y solo eres una parte del camino, tan necesarias como la infancia, la madurez o la ancianidad. Todas y cada una de ellas necesarias en su orden para que cada ser humano pueda llegar a cerrar el gran circulo de su vida en este mundo.
Vuelvo a mirar la luna, que bella está, el cielo se va cubriendo de algodonosas nubes que reciben la luz del pequeño satelite y parecen pequeñas manchas en el oscuro azul celeste. Me doy cuenta de que estoy quedandome helada y de que el sueño me va venciendo, pero me resisto a dejar de hacer compañía a esta mujer de vida nocturna y aspecto cambiante, que es la luna. La miro nuevamente me sonrío y entro a la estancia. El calor es agradable. Que bonita la noche de luna llena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario