UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA

UNA FORMA DE MIRAR LA VIDA
mirando a la vida

martes, 15 de octubre de 2013

OTRO AÑO

El verano se resiste a dejar su reinado y va dando pequeños coletazos de buen tiempo antes de que el otoño se haga firme entre nosotros. Lo mismo le ocurre a mi año particular, también está dando sus últimos suspiros y no tengo muy claro si es una cosa o la otra, el caso es que hoy me he levantado con el ánimo un poco falto de esa energía que me caracteriza y las consecuencias son que mi pensamiento se ha vuelto filosófico-pesimista.
Un año más. La vida se va desgranando poco a apoco, hora a hora, momento a momento. Te va enseñando lecciones necesarias para tu crecimiento. Lecciones que unas veces entiendes y aprendes y otras que se van repitiendo cíclicamente hasta que las aprendes o dejas de repetir tu actitud. Básicamente es lo mismo.
Mis días tienen la constante de lo repetido, de lo cotidiano, esa espiral en la que un día comienza igual a otro hasta que te das cuenta de que el tiempo invertido es siempre el mismo, en el mismo hecho. Eso, tiene también su parte positiva, ya que puedes hacer las cosas con el pensamiento en otro sitio, en otros momentos. Son hechos mecánicos, abrir ventanas, dejar que el aire fresco y húmedo entre en la habitación y se lleve el aire viciado de la noche, de los sueños tortuosos, que sin llegar a ser pesadillas, te dejan un mal recuerdo. Casi siempre tan incomprensibles como esos momentos que la propia vida te pone delante y no entiendes cual es la finalidad de los mismos.
En esas labores cotidianas de primeras horas del día estaba, cuando mi pensamiento vagando libremente me llevo a ese terreno, pantanoso y peligroso, que es el repaso de la propia existencia. La consciencia de un año nuevo por empezar, con la incertidumbre de si realmente se desea empezarlo, como se comienza un libro nuevo, un cuaderno nuevo, con ilusión y expectativas renovadas; o mejor seguir la dinámica del año que termina, esa de la comodidad que surge en la seguridad insegura que te da el día a día, esa monotonía que te va matando poco a poco, en la que te sientes como pez en agua fangosa.
Buscaba una palabra para definir este momento y no se me ocurría otra que "decadencia". Me veo a mi misma como a esos edificios, que llegando al medio siglo, van perdiendo el esplendor de sus fachadas y que aunque sus dueños deseen conservarlos por su belleza, por su riqueza ornamental, la estructura va fallando porque el paso del tiempo es inexorable y porque los vaivenes del tiempo van dejando su huella..
No me gusta esa palabra, como no me gusta la palabra vejez, por que me hace ser consciente, de que mi tiempo se acaba en pos de otro tiempo más etéreo y de que todavía muchas ilusiones, muchos sueños, no se hicieron realidad y ya las energías necesarias para ello, van desapareciendo.
Espero que las nubes que cubren el cielo, desparezcan, dejando paso al sol brillante y todavía cálido de comienzos del otoño. Seguro que con ellas se irán también estas sensaciones pesimistas y rastreras, para dar paso a la ilusión y las ganas de comenzar otro año nuevo. Esos años nuevos que solo comparto con aquellos que nacieron el mismo día que yo. Años nuevos especiales, personales, tan diferentes como diferentes somos cada ser humano, cada pensamiento, cada momento de una existencia llena de horas, unas vividas, otras, soportadas, otras........perdidas.
Mañana, comenzará un año nuevo. Ahora, todavía me quedan cosas por terminar, antes de que este año muera.

2 comentarios:

  1. Tenemos tantos "años nuevos" que podríamos pasarnos el año de cotillón en cotillón. jajajaja

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  2. La madurez nos hace darnos cuenta de como la vida se va pasando y de como todavía nos faltan cosas por hacer que seguro ya no haremos. Felicidades anticipadas. Un beso. Nieves

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